Comentario
Se sabe de la existencia certera de escultores o talleres de escultores, conociéndose los resultados de sus trabajos, pero poco acerca de la organización humana y laboral. En cuanto a las producciones escultóricas se refiere, éstas están siendo actualmente revisadas, puesto que en muy pocos casos contamos con datos fiables que permitan fechar y estudiar los grandes centros de producción escultórico-ornamental. Recordemos que prácticamente toda la escultura, que parece corresponder cronológicamente a los siglos VI y VII, se halla descontextualizada, es decir, no existen referencias arqueológicas o arquitectónicas respecto a su hallazgo o ubicación, hecho que mengua sus posibilidades de estudio.
Entre los centros artesanales destaca, en la Baetica, Corduba (Córdoba), cuyos restos procedentes muy posiblemente de la iglesia de San Vicente se hallan en su mayoría reutilizados en la primera fase constructiva de la mezquita, fechada en la segunda mitad del siglo VIII y correspondiente a Abd al-Rahman I. En la Lusitania destacan dos grandes focos de artesanos escultores, uno en el importante puerto comercial de Olisipo (Lisboa) y el otro en Emerita Augusta (Mérida). Es evidente que en núcleos urbanos como los que acabamos de citar, y esencialmente en Mérida, existía ya una vieja tradición de arquitectos, ingenieros y escultores, además de ser un polo receptor de productos venidos de Oriente. También debieron ocupar un lugar importante los talleres de Toletum (Toledo), puesto que la actividad constructiva -tanto privada como pública- en la capital del reino visigodo debió estar en auge e irradiar en las zonas circundantes. Muy poco sabemos acerca de la topografía de Toledo, sin embargo, dada la abundancia de materiales que aparecieron en las zonas del Hospital de la Santa Cruz, en las iglesias de Santa Justa, Santo Tomé y San Salvador, es posible que estas zonas fuesen barrios importantes desde el punto de vista de la edilicia.
Aunque los exactos límites cronológicos de las producciones escultóricas estén por definir con exactitud, según hemos dicho, lo que sí se puede afirmar es que existe una continuidad del sustrato romano tardío y una innovación clara, procedentes de las corrientes ornamentales mediterráneas, particularmente de la zona oriental. En los diferentes talleres debieron existir unos determinados modelos basados principalmente en la decoración geométrica y ornamental, siendo escasa la presencia de modelos figurativos a excepción de algunos elementos, como por ejemplo los capiteles del cimborrio de San Pedro de la Nave o la denominada pilastra de San Salvador, ubicada en la iglesia de este nombre de Toledo, aunque no tiene un contexto conocido. Estamos por tanto ante una problemática muy semejante a la descrita cuando nos hemos referido a las construcciones eclesiásticas en los ámbitos rurales, puesto que los criterios estilísticos no pueden ser utilizados como único elemento para otorgar una cronología a los diferentes talleres escultóricos.